04 April, 2010

Neblina

Te mando besos amarillos como la yema de un huevo.
Estos días brillantes son alegres, y vibran como la cuerda de una guitarra Española.
Los mismos besos, color del sol, guardan secretos de la tumba y gritan cuando te ven.
Por la mañana, te saludan y resaltan como notas musicales; un desayuno sensual.

Te mando besos color sandia, dulces y llenos de aromas tropicales.
La hora de merendar trae con ella estos besos azucarados;
el color parece vidrio cuando uno está mirando un jardín desde su ventana.
Estos besos son más tranquilos, su amor más maduro pero aun lleno de química y miel.

Te mando besos rojos, apasionados, de lujuria y sabor casera.
Sus movimientos son como el viento o una serpiente, y los sonidos parecen un relámpago.
Mientras que el sol empieza a pelear con la luna a la hora de comer, los besos no descansan.
La pasión se queda despierta, asombrada por el vigor de la luz, el movimiento, el sonido.

Te mando besos oscuros, como el cielo durante una tormenta en el mar.
Estos besos son amargos, tienen la chispa de café o canela, y a veces explotan por tanto recordar.
Son más viejos, sabios, infinitos; no juzgan pero tienen memoria, y saben el sabor de la tristeza.
El día se empieza a morir, los besos lloran, cenando y contando historias, haciendo el alma retumbar.

Te mando besos a todas horas, de todos colores, con todas las caras y sabores del amor.
Aunque a veces sean color de nube o sepan a lodo en lugar de ciruela, mis besos siempre te buscaran.
En la lluvia o neblina, bajo un sol esclavo o noche tentadora,
los besos buscaran y encontraran su destino sin duda ni pensamiento.